CUANDO LA VERDAD NO SE CALLA
Simposio Ovni Valparaíso
Por Juan Palma Somarriva
En un espacio
donde lo aparente muchas veces le gana a lo real, este evento en Valparaíso
rompió el patrón. Aquí no se habló desde el ego ni desde el artificio, sino
desde la verdad con ética. Esta es la crónica de una tarde que no fue solo una
charla: fue un punto de inflexión en la investigación seria, valiente y
profundamente humana.
En algunos encuentros no hay ensayo general. No hay espacio para los matices tibios, ni margen para el simulacro. Este fue uno de esos. Se sabía —implícitamente, intensamente— que aquí se jugaría todo por el todo. Que quienes subieran a hablar no solo compartirían ideas: se definirían. Y lo hicieron. En un medio donde las máscaras abundan y la especulación se cotiza alto, este evento demostró que aún hay voces con coraje, lucidez y —sobre todo— ética.
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Daniel Ferri, organizador del evento |
Fue al cierre de la jornada que tuve uno de esos hallazgos que le dan rostro humano a la experiencia. Conocí a un trío entrañable, la verdad un cuarteto para ser más exacto, espontáneo, luminoso. Ella, la más joven —aunque ya no tan pequeña—, tenía una ternura firme, silenciosa y elocuente. Bastó un saludo, un guiño de su gatuno peluche, para intuirla. Luego supe: era hija de Andres Loveluck, ese gigante de 1.95 metros de pura generosidad. La ternura Claramente venía de linaje.
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Andrés Loveluck e hija |
Con Rodrigo y el Mago Nico compartimos apenas unos minutos, Nos lanzamos insultos, golpes, y terminé haciendo lo impensado: una selfie. Yo, el que suele esconderse tras la cámara como quien esquiva un hechizo, capturado con los guardianes del misterio. Rechacé con la frente en alto la invitación al Passapoga (todavía conservo algo de decencia), pero agradezco la invitación, esa imagen de mi rostro rendido ante una jornada vibrante es solo símbolo de que estuve en cada lugar donde se pudiera hacer una toma. Conozco al Mago Nico digitalmente desde 2022, pero esta vez fue la primera vez en persona.
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Trío panduro de la ufología |
Pero lo central vino antes. Lo esencial se dijo en escena, frente al público, sin telones. Y allí, el tono lo marcó Lily.
Lily se lució: irrumpió con claridad feroz. Dijo lo justo, insinuó lo necesario, y con su silencio bien dirigido habló aún más fuerte. Su exposición fue una clase completa: documentos inéditos, imágenes únicas, archivos reveladores. Pero fue en un momento preciso cuando dejó caer una verdad que nadie más había tenido el valor de articular con esa firmeza.
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Lily Guevara en acción. |
El tema de la señora Agora o como se llame, apareció, y con ella, la estocada. Porque esto no es cuestión de estilos: es cuestión de ética. Utilizar material ajeno sin acreditar a sus verdaderos autores no es un descuido inocente, es una falta grave. Y en un mundo de investigadores donde muchos se amparan en el espectáculo y el relajo metodológico, fue necesario que Lily —con voz calma, firme y sin atajos— lo dijera de frente, fue un acto de coraje. La aclaración no fue una reacción visceral: fue un llamado a la conciencia. Fue necesario, fue justo, y fue impecablemente ejecutado y a la vez bello.
Lily Guevara aclarando situaciones incomodas.
A Eric lo imaginé rudo. Lo encontré cercano. De palabra medida, pero contenido hondo. Entiende que lo que está en juego es más grande que el ego: es la credibilidad de una comunidad entera. Su rabia hacia los farsantes no es caprichosa: es fundada, y obviamente por quien escribe compartida, es urgente. Y legítima.
Pero más allá de la emoción, lo suyo fue claridad quirúrgica. Dijo todo lo que tenía que decir, sin adornos innecesarios, sin rodeos. Cada una de sus frases fue como una brújula apuntando al norte ético de esta disciplina. Su intervención fue un recordatorio de que la firmeza no está reñida con el respeto, y que el valor de decir las cosas como son —de frente, sin cálculo— es, hoy más que nunca, imprescindible. En tiempos de ruido, Eric eligió la palabra justa. Y la hizo pesar.
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Eric Martinez en lo alto, dando su charla, notable por lo demás |
Daniel Ferri, por su parte, no necesitó apoyo visual. Su voz fue suficiente. Directa, incómoda para algunos, vital para otros. No adornó lo dicho. Lo dijo. Y eso bastó para que muchas cabezas asintieran en silencio.
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Eric Martínez |
Miguel Jordán… El reloj no jugó a su favor, pero esto de verdad que no importa: su autenticidad se impuso al cronómetro. Con nervios y verdad, con una honestidad que no se ensaya, dejó claro por qué es un referente respetado —e infravalorado para conveniencia de muchos. Es y seguirá siendo esa piedra en el zapato de quienes andan con farsas, bulos y todo eso que atenta contra una investigación de verdad. Lo suyo no es la estridencia ni el show, sino la consecuencia. Y eso no tiene tiempo que lo apague.
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Miguel Jordan, muy cercano y contigente |
Gracias, Lily, Eric, Daniel, Miguel. Por recordarnos que lo que hacemos importa. Que no se necesita un disfraz con una burda mascara y sombrero para ser investigador, ni una frase críptica para ser profundo. Que la verdad, cuando se dice con integridad, no necesita efectos especiales.
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Jordan Dando una profunda charla de ovnis |
Gracias también a quienes viajaron para estar ahí: Aquiles Castillo y Conrado Sepúlveda entre ellos. Porque cuando figuras de ese calibre se hacen presentes, sin deberle favores a nadie, se valida no solo el evento, sino el camino.
Y gracias, profundamente, a Judith Carrasco. Porque no cualquiera, tras perder sus lentes en el trayecto —volaron accidentalmente camino a Valparaíso—, decide aun así ponerse al servicio, cámara en mano, como si nada doliera. Fuiste mi segunda cámara, fuiste mi sonidista, fuiste apoyo cuando más se necesitaba. Mil gracias, te amo, bella. Lo que hiciste no se olvida. Fue un acto de entrega, de cariño, de compañerismo puro.
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Judith Carrasco Y Juan Palma |
Porque no hace falta pertenecer a grupos autoproclamados para tener voz. Solo hace falta convicción, ética… y el coraje de decir lo que otros, pudiendo, callan.
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Minutos antes de comenzar |
Este no fue un evento más. Fue un renacer. Un reencuentro con la esencia de una investigación ovni que no buscaba trending topics, sino respuestas. Un acto de memoria y de futuro. Porque lo que vivimos en Valparaíso no fue solo un momento: fue un testimonio. Una declaración colectiva de que aún existen quienes investigan con el corazón en la mano y la verdad en la palabra. Nos reencontramos con lo que éramos, y también con lo que aún podemos ser.
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Miguel Jordan, Daniel Ferri, Eric Martínez. |
Comparto plenamente lo que dijeron Eric Martínez y Aquiles Castillo: esto nos vuelve a atrapar, a motivar, a seguir adelante con la misma pasión que encendió la llama hace décadas. Que esto no se apague. Que esta llama, encendida con ética, pasión y compañerismo, siga iluminando el camino de quienes —como esa noche— siguen creyendo que mirar al cielo sigue teniendo sentido.
Agradezco sinceramente a quienes hicieron posible este encuentro: a los organizadores, por apostar por la verdad sin maquillaje y por crear un espacio de diálogo honesto y profundo; a los asistentes, por llenar la sala no solo con su presencia, sino con su energía, respeto y compromiso. A quienes colaboraron con fotografías, gracias por congelar instantes que, más que imágenes, serán memoria viva de lo que allí se vivió.
Y sobre todo, gracias a cada persona que estuvo presente. Porque su sola presencia fue un acto de apoyo, de validación, de esperanza. En un tiempo donde sobran los clics pero escasean las convicciones, estar ahí —mirar de frente, escuchar, aportar— fue una declaración valiente. A cada uno, gracias. Esto no se logra sin ustedes.
Fotografias
Lily guevara
Facebook Daniel Ferri
Guardianes de lo desconocido
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