De la vergüenza al espectáculo: la evolución de los testigos ovni y el mercado de la desinformación
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Imagenabc.es |
Por Juan Palma S
Hubo un tiempo en que contar un avistamiento ovni en público era sinónimo
de suicidio social. Si alguien confesaba haber visto luces extrañas en el cielo
o, peor aún, haber tenido un encuentro cercano, el veredicto popular era rápido
e implacable: loco, delirante o víctima de alguna broma producto de un
padecimiento psicológico. La posibilidad de que realmente hubiese visto algo
anormal ni siquiera se contemplaba. En aquellos días, la televisión era el
último lugar al que un testigo quería exponerse, porque el precio de la fama
era la burla y el desprestigio.
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Ilustración digital |
Hoy, las cosas han cambiado drásticamente. Lo que antes era motivo de
vergüenza se ha convertido en una especie de condecoración paraufológica. El
miedo a ser tildado de "trastornado" ha desaparecido y, en su lugar,
contar una experiencia ovni ya no solo es aceptado, sino que genera seguidores,
entrevistas e incluso oportunidades comerciales. Esta transformación ha sido
propulsada por una serie de factores culturales y mediáticos que han convertido
el fenómeno ovni en un tema más cercano al entretenimiento que al estudio
serio. La democratización del testimonio ha permitido que más personas se
animen a compartir sus vivencias sin temor a represalias sociales. Sin embargo,
con la masificación del fenómeno también han aparecido los oportunistas.
Claro está que no todo aquel que ha visto un ovni busca la pantalla; muchas
veces calla o comparte su relato solo con algún investigador o grupo de
confianza, y por lo general pide reserva de su nombre.
La desinformación en auge: de la
ufología al negocio
Es aquí donde entran en juego los "ufólogos de mercado", aquellos
personajes que han convertido la ovnilogía en una industria de la
desinformación. Es sabido que donde hay interés, hay oportunidad de negocio. Y
donde hay negocio, siempre hay posibilidad de fraude. Hoy en día, las redes
sociales están plagadas de multicuentas diseñadas para inflar la relevancia de
sus creadores, auto validándose con comentarios prefabricados y relatos
exagerados hasta el absurdo. La mentira se ha convertido en una herramienta de
marketing, y lo que podría haber sido una apertura honesta a la discusión se ha
transformado en una red de engaños acompañada de egos desbocados.
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Imagen: internet. |
Cuando hablo de mentira, lo digo en el sentido más amplio de la palabra: ya
sea por omisión, porque el caso en cuestión no se investigó a fondo y había un
bulo de por medio, porque el registro en realidad se trataba de un evento
astronómico pero fue divulgado como ovni, o porque el autor desconocía el
origen del fenómeno observado. Al final de cuentas, son mentiras.
Lamentablemente, los casos ovni genuinos (aquellos sin alteraciones de por
medio) no son lo suficientemente atractivos para la televisión o las redes
sociales, y terminan relegados al olvido. En cambio, para llenar la parrilla de
programación, se recurre a todo tipo de artimañas. Después de todo, hay algo
que vender, y los likes no llegan solos.
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Imagen: Getty Images. |
Lo más grave no es solo el fraude en sí, sino el daño colateral que sufre
la verdadera investigación ovni. La ufología ya enfrenta suficientes obstáculos
sin la necesidad de farsantes que fabrican historias para alimentar un
algoritmo y obviamente su billetera. El investigador serio y comprometido se ve
constantemente opacado por la industria del misterio, que se ha apropiado del
tema. Al final, el ruido generado por la mentira termina eclipsando los pocos
casos genuinos que realmente valdría la pena estudiar con rigor. Lamentable,
pero cierto.
La desinformación y sus efectos
en la investigación
La desinformación en el ámbito ovni no solo afecta la percepción pública,
sino que también socava la confianza en la ciencia misma. La constante
circulación de testimonios falsos, los más diversos especialistas sin la preparación
necesaria y las teorías no verificadas desacreditan los estudios rigurosos
sobre el fenómeno. Mientras las plataformas digitales premian la viralidad por
encima de la veracidad, quienes investigan de manera objetiva y crítica deben
luchar contra una avalancha de especulaciones sin fundamento. Este panorama
crea una disonancia cognitiva entre lo que realmente ocurre en el cielo y lo
que la gente cree que está pasando.
Ejemplos recientes de
desinformación
Un ejemplo reciente de cómo la desinformación ha ganado terreno es la
supuesta aparición del Mothman en el sur de Chile. Tres diarios digitales
replicaron la noticia, pero en realidad se trató de un reciclaje inescrupuloso
de un suceso ocurrido hace más de 15 años, publicado en tres diarios digitales. Lo que los testigos mencionaron fue que una figura oscura
impactó contra un vehículo. No hubo ojos rojos, no hubo ovnis verdes ni nada
que remotamente justificara vincularlo con el Hombre Polilla. Sin embargo, la
historia fue maquillada para encajar en la narrativa viral.
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Imagen internet |
Otro caso paradigmático es el del Cabo Valdés. En su momento, Valdés relató su historia con lujo de detalles a cambio de un suculento pago en un programa llamado "De Pe a Pa". Luego, en publicaciones extranjeras, se desdijo por completo, asegurando que todo había sido una mentira. Pero, como si nada, volvió al ruedo para pasearse por cuanto canal de YouTube relacionado con ovnis existe, reviviendo el caso para promocionar su libro, esperado por creyentes y escépticos durante más de 20 años. Este es un claro ejemplo de cómo se puede lucrar con un relato sin importar la coherencia ni la responsabilidad con la verdad.
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Cabo Valdes en "De Pe a Pa" TVN |
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Revista conozca mas |
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Armando Valdes Firmando libros. |
El futuro de la ufología
El problema no es hablar de ovnis, sino quién lo hace y con qué intención.
La ufología no necesita más influencers del misterio; necesita investigadores.
Debe volver a sus raíces, donde el análisis y la evidencia pesaban más que los
clics. Como dijo Carl Sagan: "Afirmaciones extraordinarias requieren
evidencia extraordinaria". Pero en este escenario, lo extraordinario es la
facilidad con la que se fabrican testimonios, no la evidencia que los respalda.
Si seguimos permitiendo que la desinformación eclipse la investigación
seria, la ufología terminará convertida en un espectáculo donde el
sensacionalismo se impone a la búsqueda de respuestas reales.
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https://www.gochile.cl/ |
Fuentes:
Cabo Valdes nunca fui abducido
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